
Lo que más duele recordar es que me hacía sonreír, como no he sonreído en mi vida. Aún ahora lo hace, a pesar de cómo duele, consigue hacerme sonreír.

Y allí, en el fondo, mi corazón llora, allí está el dolor, el cuchillo clavado hasta lo más hondo de mis sentimientos. Llora sangre roja, roja como las uñas que arañaban tu pecho, roja como los labios que adoraban morder los tuyos, roja como la pasión que nos ataba. Pero la sangre se ha secado y ahora es todo negruzco, como la soledad que siempre me acompaña.





