lunes, 8 de junio de 2009

David



Lo vi. Estaba sentado en el bar aquel de las mesas azules. La maleta a sus pies me susurró que no era de aquí y su sonrisa brillante me habló de que merecía la pena conocerle. La seguridad de los gestos, la gracia al contemplar a los demás me encandilaron. Pero lo mejor de todo era el estilo. A pocos hombres había visto yo que tuvieran tan buen gusto para vestir. Aunque también se podría decir que la percha, es la percha.

Me acuerdo de esos días. Era la semana de la moda aquí, en Roma, y el bullicio hervía. Yo llevaba únicamente la funda con la Canon. Y parece que es ella la que elige los instantes. Así que la saqué del bolso y la apoyé en la mesa.


- ¿Fotografiamos Roma, entonces?

domingo, 7 de junio de 2009

Âme


Te encantaba mirarme las piernas. Siempre me decías que la perfección para la vista eran unas piernas largas con tacones insufribles. Te gustaba ver como mi falda iba abrazando mi cadera y mis muslos, hasta tocar el suelo. Siempre me alejabas un poco de ti para admirar el conjunto, lencería de encaje, mis piernas bronceadas al sol y esos manolos abiertos.

Bromeabas hablándome de amor, de sueños utópicos para los dos. De desayunos en la cama o de días lluviosos acurrucados junto al fuego. Jugabas con mi cuerpo como si fuera un muñeca. Me besabas, me arañabas, me marcabas entera.

Y me gustabas. Aunque sólo fuera por cómo sonreías cuando me escapaba de tu habitación por la mañana, intentando no hacer ruido, con los tacones en la mano.



Foto by Âme Noire ( http://aquelloshombres.blogspot.com/ )

viernes, 5 de junio de 2009

La velada


Miradas cálidas y sonrisas nerviosas. Manos entrelazadas y suspiros silenciosos. Palabras quedas y sonidos únicos. Luz de las velas y vino tinto. Alegría, tristeza y amor. En el mismo lugar, momento, sensación.

Noto tu mano acariciando la mía. Y cómo con la otra viertes más vino en mi copa vacía. Miro el líquido, que resplandece por el tenue color de las velas.

Levanto la mirada y tienes una sonrisa en la cara, y mis mejillas se encienden. Siempre has tenido la facilidad de hacerme sentir nerviosa con solo una mirada. Un suspiro silencioso sale de mi boca y se desliza por mi escote y hace que mi corazón se acelere.

Nerviosa, cojo la copa y la levanto, tu copa se acerca a la mía y se oye el suave tintineo de los cristales al chocar. "Por una buena velada"

Acerco la copa a mis labios y bebo lentamente. "Sí, una buena velada"




Yo preparo la cena, ¿quién me acerca el romanticismo?