lunes, 8 de junio de 2009
David
Lo vi. Estaba sentado en el bar aquel de las mesas azules. La maleta a sus pies me susurró que no era de aquí y su sonrisa brillante me habló de que merecía la pena conocerle. La seguridad de los gestos, la gracia al contemplar a los demás me encandilaron. Pero lo mejor de todo era el estilo. A pocos hombres había visto yo que tuvieran tan buen gusto para vestir. Aunque también se podría decir que la percha, es la percha.
Me acuerdo de esos días. Era la semana de la moda aquí, en Roma, y el bullicio hervía. Yo llevaba únicamente la funda con la Canon. Y parece que es ella la que elige los instantes. Así que la saqué del bolso y la apoyé en la mesa.
- ¿Fotografiamos Roma, entonces?
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